Algunos apuntes sobre lo de ayer. Es mi modesta opinión, nada de corregir al cronista, que cada uno tiene su forma de ver los toros y eso es lo bonito.
Lo del capote de Morante de ayer no fueron detalles, fue una soberbia lección de cómo se torea con el capote, toda una ración de jamón ibérico que deja las actuaciones de sus compañeros, meritorias, sí, en meras tapas de buen salchichón. Creo que no fue acogida por la plaza con la rotundidad que merecía ¿por qué? No lo sé, quizás nos estamos acostumbrando a lo bueno demasiado pronto y nos olvidamos de que estamos ante unos de los mejores toreros de la historia (el mejor con el capote sin duda, al menos de lo que yo he visto, que ya va siendo mucho y bueno).
En cuanto a la música, en esta plaza jamás se ha pedido por parte del respetable, algo que está cambiando en los últimos tiempos. Es una potestad que ejercía con buen criterio Pepín Tristán y que ahora, su hijo, quizás a veces con menos tino, sigue decidiendo (aunque, para mí, ayer, estuvo acertado). A mí los gritos de ¡musicaaaaa…! Me suenan a plaza de pueblo, con todos mis respetos.
A Luque lo veo mejor que otras veces, ha mejorado con la muleta y con el capote sigue bien, como ya estaba el año pasado. Se benefició de la polémica con la banda y de torear en el 12, donde el público es más jaleoso, quizás por ser menos habitual. Si somos “reglamentarios” la segunda oreja sería de Ley porque el reglamento dice que se concede por el presidente teniendo en cuenta todos los tercios y, fundamentalmente la estocada. Pero si vamos a la tradición taurina, realmente se valora la faena de muleta. Yo creo que una oreja estuvo bien, dos habrían sido excesivas.
Sobre el ganado, poco que decir, manso y descastado. No sé cómo las figuras, los verdaderos responsables de esto, se quieren anunciar con esto. Un torero poderoso y con buen concepto como Perera no luce con estos toros por mucha voluntad que le ponga.
Por último, a pesar de la admiración que tengo por todo lo que Morante hace en la plaza y cómo lo hace, no tengo más remedio que afearle su saludo tras la muerte del primer toro. Un maestro que cuida los detalles como él lo hace no puede responder a la ovación de la plaza “toalla en mano”, así no. Capote plegado en el brazo y con la montera aunque, puede ser, que también él, como yo, considerase que Sevilla se está acostumbrando al jamón ibérico y no acogiese, como merecía, su soberbio recital con el capote.
Un abrazo y sigue con tus crónicas, seré un fiel seguidor, no lo dudes.
Manuel Escalona
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